Sala Capitular y Refectorio


Heme aquí sentado y a cubierto en un día amenazante de lluvia. Visité de nuevo el castillo de Monzón en el pasado puente del Pilar y entré en esta enorme sala de 35 x 12 m. para resguardarme, la antigua sala Capitular-Refectorio de los Templarios, ahora convertida en auditorio, salón de congresos y exposiciones.
Esa mañana coincidí con otros visitantes, asombrados por el estado general de los edificios, las fachadas desconchadas y la falta de iniciativa en la restauración de los detalles.
Es cierto que el castillo ha sufrido un gran deterioro a lo largo de su historia, hoy nos muestra unas pocas pinceladas de su esplendor medieval. Aunque a mí, en general, me gusta la labor que están llevando a cabo en su restauración. Los edificios (torre del homenaje, sala de Jaime I, y esta misma sala Capitular-Refectorio) vuelven a ser espacios visitables, que dejan al descubierto los grandes deterioros que otros usos, otras guerras y la climatología han provocado, imposibles ya de restaurar, pero que con un poco de observación e información puedes llegar a rellenar y a colocar en su sitio. No se trata de ver sólo lo que hay, sino lo que fue. Hay pistas suficientes en todo el entorno para imaginar la vida, los hábitos y gustos de sus antiguos moradores. Aunque esta manera requiera por parte de cada visitante un ejercicio mayor de búsqueda y una reflexión.
Es mejor así: evitar la ruina de los edificios, por supuesto, pero dejar expuestas las cicatrices desnudas. No hay ninguna necesidad de decorar el castillo como el salón de nuestra casa, y recomponerlo a base de motivos elaborados por artesanos imitadores.
Hay obras que por desgracia se han perdido; dejemos para el cine las ambientaciones meticulosas de otras épocas.
 

Buitre



Este buen pájaro está fotografíado en la primavera pasada. Formaba parte de la exhibición de aves rapaces de la feria medieval de Tamajón, y aunque no me quedé a ver el espectáculo, sí disfruté viendo a estos animales de cerca.

Río Jarama


El Parque regional del sureste de Madrid es una de las zonas de naturaleza que tengo más cerca para practicar con la cámara al amanecer. En esta ocasión cogí de nuevo el tele 40-150 de Zuiko. No es un objetivo del que consiga una nitidez excelente, pero de momento y hasta que me decida por algún cambio, es el único tele que tengo.

Tampoco es un objetivo con un buen alcance para sacar fotos de las aves acuáticas que anidan en la zona. Hasta la fecha no he logrado acercarme lo suficiente, ni tengo el temple necesario para camuflarme y esperar a que pasen cerca mío. Así que me conformo con sacar el entorno, el río, las lagunas o la vegetación.