En el ojo del huracán.



"A lo mejor es cierto que el verdadero viajero se halla continuamente en el ojo del huracán. El huracán es el mundo, el ojo, aquello con que el viajero contempla el mundo. La meteorología nos enseña que en el interior de este ojo reina la calma, tal vez la misma calma que en la celda de un monje. Quien aprenda a mirar por este ojo, quizás aprenda también a distinguir lo esencial de lo fútil o, cuanto menos, a ver en qué se diferencian y en qué son iguales las personas y las cosas".

                                                                                             Cees Nooteboom: Hotel Nómada

Tierras del Cid



Aunque se le conoce como "El castillo del Cid", no parece probable que fuera el castillo donde realmente viviese, ya que su construcción es del siglo XV y el famoso guerrero vivió en la segunda mitad del siglo XI. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, se sitúa sobre los años 1.040, 1.048 ó 1.050 en el pueblo de Vivar, muy cerca de Sotopalacios, lugar donde se encuentra este castillo. Podría ser, cuanto menos, que se construyera, tal y como dicen, en un solar propiedad de la familia. El Cid murió en Valencia en el año 1.099.


Desde el pueblo, tienes que salvar un pequeño riachuelo mediante un puente de piedra. Lo encontré con andamios desmontados en unos de sus laterales, con una hormigonera en el patio y totalmente restaurada su muralla. El campo colindante recién labrado y un cartel en la entrada de "Propiedad privada. Prohibido el paso".


Este no fue el paisaje que vivió el Cid, pero allí sentado, tuve la sensación de que algo parecido debió encontrarse. Es un paisaje medieval o, mejor dicho, un paisaje tal como me imagino que fueron los paisajes medievales. Hay otras y mejores tomas desde las que mostrar el castillo, pero me gustó esta perspectiva porque conseguía evitar casi cualquier elemento que, seguro, no hubiese pertenecido al S XI. Y como imaginar es fácil... imaginé al Cid mientras miraba por el objetivo. Luego en casa, traté su imagen con Photoshop.

De reflejos y un barco




Con el mar en retirada, me fijé en los reflejos, y en el barco saliendo de la bahía.

Cielo o playa


Dicen las buenas costumbres de composición fotográficas, que la linea divisora del horizonte es mejor posicionarla en una vista alta, para dar preferencia al suelo o en una vista baja, si se quiere favorecer al cielo, pero evitar dejarla en medio. Mas o menos, es una regla que voy siguiendo, aunque a veces, a veces, me es imposible decantarme entre el cielo o la playa.

En la Catedral

Todas las Catedrales tienen sus misterios. Salamanca no iba a ser menos y su visita ha sido una de las más interesantes. Proponen un recorrido atípico por el interior de la torre y vista desde la altura de un pasillo interior a la Catedral nueva. Sé que tengo que volver, de esto me dí cuenta nada mas entrar. Quise verlo todo en poco tiempo, sacrifiqué las lecturas de la documentación y me centré en ver sus bóvedas, pasillos, terrazas, la mazmorra, el balcón de la torre Mocha, ¡¡los dos cimborrios!!... era tarde y se acercaba la hora del cierre. Llevaba tiempo sin ver a nadie, estaba solo. ¿Se acordarían los de la entrada que continuaba yo por allí?. Otro par de fotos y no quise tentar mas a la suerte, apagué la cámara, cerré el trípode y deshice el camino andado. Aún me esperaban en la entrada, en cuanto salí cerraron la puerta.

El perro guardián


Para preservar la intimidad de los moradores de la Casa de las Conchas, en Salamanca, sentaron a este perro en el patio, al comienzo de las escaleras que acceden a la vivienda. Desde entondes lleva tiempo ladrando a todo el que se acerca. Al comienzo, serían nobles cortesanos del siglo XVI, ahora se entretiene viendo pasar a estudiantes, que acceden a la biblioteca situada en el mismo patio.

Unos peldaños más arriba, al girar la escalera y por si te saltas al perro, sentaron a un león, en su momento, en actitud intimidatoria y enseñando los dientes, ahora creo que es mas un bostezo de siglos de aburrimiento, porque le ha tocado quedarse mirando a la pared y preguntar lo que sucede a su viejo amigo el perro.

Si estos animales hablaran ...

La oveja

La culpa de que sacase ésta foto la tiene la oveja que me mira. Me había quedado quieto, sin otra pretensión que verlas pastar y alejarse, con la cámara colgada al cuello y las manos en los bolsillos, cuando ésta se paró y se giró.

- Bueno!! La sacas ya o qué! ...me pareció entenderle.

- Ahora mismo, señora. No se me mueva, sólo que hay un contraluz muy fuerte, no se yo...

Tenía puesto el modo manual. Debido a la precipitación, no medí la luz y el cielo quedó sobreexpuesto. Posteriormente he hecho todo lo posible (o todo lo que sé) en recuperarlo.

Pero se la debía, podéis pensar que se giró por desconfianza o como mucho por curiosidad, pero yo creo que me vió con la cámara y esperó a que sacara la foto.